Se gana o se aprende

¿Te digo la verdad o te miento?
En nuestro querido Uruguay, esa suele ser la respuesta que muchas veces nos dan, cuando le preguntamos a alguien como está, nos cuesta y mucho decir que estamos bien o que las cosas funcionan de manera correcta
Solemos ser muy explícitos a la hora de la queja y muy escuetos a la hora del optimismo
En realidad están los 2 extremos y aun mas hay personas que pasan de un extremo al otro en cuestión de segundos.
Todos los que hemos estado en una cancha de fútbol, aunque sea de baby, nos encontramos con el hincha que tiene un estado de animo oscilante, de repente lo escuchas gritando, "DELE, DALE, HOY LES HACEMOS 5", pero pasados unos minutos, y ante un gol del rival los escuchas quejándose, "somos un desastre, no le ganamos a nadie", arremeten contra técnico y jugadores, pero si se da que al final el partido termina con victoria, concluyen su comentario diciendo, "yo sabia que íbamos a ganar, estos jugadores dejan todo en la cancha y el DT es muy inteligente"
A este tipo de personas les afecta lo que yo llamo el síndrome luciérnaga, son personas que de repente están brillando y desbordando optimismo y al rato, ante cualquier posible circunstancia adversa, pierden su brillo o se oscurecen, tal como las luciérnagas, se encienden y se apagan constantemente
El problema con esta gente es su inconstancia, hoy son conquistadores y van a alcanzar las metas y mañana son unos "desgraciados" que se quieren morir.
Todos, en cierta medida, somos presionados a dar veredictos de cosas que no sabemos con certeza si van a ocurrir o no, ¿que se yo si el puntero va a meter un buen centro y el 9 la va a mandar al fondo del arco? ¿que se yo si un error del defensa nos va a costar un gol en contra?
Muchas veces confundimos esos comentarios con la fe, solemos decir, yo tengo fe, pero la verdad que eso no es fe, es un deseo de que nuestro equipo gane, aveces pasa y aveces no.
En la vida solemos actuar igual, nos casamos sin saber si es la persona indicada, pero tenemos fe que nos va a ir bien, emprendemos un negocio sin evaluar las posibilidades y decimos, tengo fe que va a funcionar, si funciona somos felices, pero muchas veces, cuando no funciona, caemos en depresión y angustia, nos culpamos y lo peor de la situación, es que nos quedamos ahí, estancados, sin reacción. Es muy importante que, antes de tomar decisiones y hacer evaluaciones contundentes sobre cosas que no sabemos con certeza si van a ocurrir o no, nos tomemos el tiempo para mirar las posibilidades, pedir consejos y analizar si contamos con los recursos para llevar adelante nuestro proyecto
Una vez recuerdo que un pastor le pregunto a alguien de la iglesia,
¿Usted sabe colocar azulejos?
La persona, queriendo demostrar su espiritualidad le dijo, No se, pero tengo fe para hacerlo
El pastor sonrió, la miro y le dijo, Yo pensé que se necesitaban conocimientos, si es un tema de fe, deje que los coloco yo.
La biblia nos enseña esto en Lucas 14-28 al 33
Siempre, antes de comenzar cualquier proyecto, deberíamos analizar si tenemos los recursos, la fuerza física y la constancia para seguir a pesar de que, por momentos, las circunstancias sean adversa.
Lo que hagamos puede ser un éxito o una escuela, nunca puede ser un fracaso, eso implicaría dejar de intentarlo     

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